Durante casi 15 años mi vida giraba en torno a una oficina, de lunes a viernes pasaba hasta 14 horas diarias en ella, atendiendo las distintas situaciones y resolviendo problemas, siempre con mis dos teléfonos celulares en la mano, incluso los fines de semana el trabajo continuaba a distancia.
Mis celulares se habían convertido en el centro de todo: llamadas, mensajes, videollamadas, correos electrónicos, participaciones en los grupos de WhatsApp, todo ello entraba y salía sin parar.Caminaba por la calle hablando o leyendo los mensajes en el teléfono, me sentaba frente a la mesa a la hora de comer con el celular en la mano y lo consultaba entre bocado y bocado. El móvil se convirtió en parte de mí, era mi acompañante inseparable y le dedicaba horas.
Aun sin utilizarlo juraba que vibraba, percibía su sonido y lo buscaba angustiada ¿dónde está?, buscaba en el saco, en la bolsa, sobre el escritorio de la oficina, en la mesa, cuando lo encontraba y revisaba, solo era mi imaginación porque no había sonado, ni llegado alguna notificación.
Cuando dejé de trabajar esto me pasaba muy seguido, era la costumbre, fue una etapa en la que creía que en todo momento vibraba la alerta del celular y entendí que tenía el Síndrome de Vibración Fantasma (SVP), que de acuerdo al National Center for Biotechnology Information es una percepción intermitente de que un teléfono móvil vibra cuando no lo hace.
La Universidad Autónoma de Sinaloa ha señalado que 9 de cada 10 estudiantes han experimentado este síndrome (SVP), que también se le conoce como ringxiety, cuando las personas creen recibir llamadas o mensajes que en realidad no existen.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que señala que México es el tercer país donde su gente pasa más tiempo en un teléfono celular, en promedio ocho horas diarias, después de Brasil (nueve horas) y Colombia (8.5 horas), a diferencia de Suiza y Japón con promedios de 4.6 y 3.5 horas, es decir, por el exceso en el uso del celular somos más propensos y te voy a decir por qué.
Seguramente te pasa, porque a mí me sucedió con frecuencia, lo primero y último que haces antes de acostarte y cuando te despiertas, así como durante todo el día, es revisar el teléfono, es una ansiedad por saber si suena, si vibra, si tiene pila, si está conectado a la red, etc.
Aunque el SVP desaparece con el tiempo, no está demás seguir algunas recomendaciones que plantea el doctor Daniel Kruger y Catherine Price, autora del libro ¿Cómo cortar con tu móvil? para afrontar ese desorden y desapegarnos del teléfono:
Entender y ser consciente de cuánto se pierde por estar al pendiente en todo momento del celular; Reducir el tiempo de uso; Desactivar el modo de vibración. Silenciar las notificaciones o eliminar las apps de redes sociales del móvil, así como silenciar en WhatsApp las conversaciones que causen estrés o roben demasiado tiempo, dejando solo la de llamadas; Apagar el teléfono de manera paulatina y Poner un horario para la consulta de redes sociales.
Con esta información, hoy contamos con mayores datos sobre el uso excesivo de los dispositivos digitales, las consecuencias negativas que provocan en el usuario y las medidas que se pueden implementar para evitar su dependencia. Aprendamos a ser conscientes y responsables del uso de la tecnología y a prevenir la tecnoadicción, no normalicemos el estar al pendiente, en todo momento y de manera excesiva, del teléfono celular.
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