Fortalecer la cadena productiva alrededor de la apicultura y reconocer la labor que realizan los productores a través de mejores políticas públicas, así como asignar un precio justo a su producto es fundamental para sostener una actividad que tiene importancia en los ámbitos ambiental, social, cultural y económico, afirmó el doctor Juan Manuel Vargas Romero, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El docente del Departamento de Biología de la Reproducción de la Unidad Iztapalapa e integrante del Consejo Regulador Pro Mieles Mexicanas expuso en entrevista que aunque México se encuentra entre los diez primeros países productores de miel, no figura entre los principales consumidores –a diferencia de Alemania, Inglaterra o Estados Unidos– y su labor “no tiene reconocimiento nacional”.
Pese a su valor nutricional y de ofrecer beneficios para la salud, la producción de miel mexicana se exporta casi en un 90 por ciento; es decir, “no se consume en México y, además, el exportador la compra en precios muy bajos que no favorecen al apicultor”.
Por tanto, son necesarias políticas públicas para fortalecer esta actividad, apoyar a quienes la llevan a cabo y desarrollar investigación desde la academia, que tenga en cuenta “toda la cadena productiva”.
Entre las principales entidades productoras de miel se encuentran Yucatán, Campeche, Chiapas, Veracruz, Jalisco y Estado de México. La calidad de la miel depende directamente del tipo de flores que estén presentes en algún momento del año; además son totalmente distintas, una de otra, por lo que el color, el sabor y el aroma de la miel depende de la flor de la que se produjo. “Las flores intrínsecamente van a tener una cantidad variable de tipo de polen, de cantidad de polen, tipo de néctar, y por lo tanto de compuestos nutraceúticos”, detalló.
Además, “las abejas tienen ciertas conductas que hacen que la miel se deshidrate, se madure y esté lista para salir a la venta”, el productor la recolecta, la centrifuga y la envasa, pero “no se debe calentar ni microfiltrar, porque pierde sus propiedades nutraceúticas”.
Lo anterior es importante pues se trata de un compuesto a base de azúcares que tiene vitaminas, minerales y componentes que le aportan propiedades nutraceúticas; esto es, que “no solamente endulza, sino que nos nutre y favorece a nuestra salud”.
Las mieles contienen fenoles, compuestos antioxidantes antimicrobianos, antiinflamatorios y además se las relaciona con propiedades para atender padecimientos como colitis, gastritis y tratamiento de heridas.
“Estudios recientes indican que poseen diferentes compuestos nutraceúticos, dependiendo de la floración y del tipo de abeja con la que haya sido producida, por lo cual es sustancial saber cuál miel es buena para la garganta y cuál para atender un problema de gastritis.
Señaló que una de las particularidades de los apicultores es que tienen conocimientos muy avanzados de biología, botánica, agroforestería; es decir, son personas que conocen perfectamente el campo, el clima, los suelos, las épocas de floración y ellos mismos se consideran “más que apicultores, ecólogos”.
Desde la academia se ha llegado a “un grado de especialización en el que sabemos ahora perfectamente qué tipo de miel tiene determinados compuestos y qué tipo de beneficios aporta a la salud, así que lo que se hace actualmente es caracterizarla, no solamente por color, sabor, sino también por sus componentes”.
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