Ricardo Salinas Pliego inició su campaña presidencial desde redes sociales con un contenido visceral. En X (antes Twitter) y TikTok —plataformas que se posicionan como los medios de comunicación más recurridos— ha expresado sus posturas frente al gobierno de la 4T.
Apenas a un año de gobierno de Claudia Sheinbaum, ya se habla que le empresario se postulará como candidato presidencial en el 2028. Si esto es así, estaríamos frente a una campaña presidencial larguísima, aunque no tan extensa como la de la jefa de Gobierno y ni que decir de López Obrador.
El multimillonario, director general de Grupo Salinas, se une al resurgimiento mundial de la ultraderecha. En este grupo se encuentran Donald Trump con su nueva Gestapo: el ICE; Netanyahu y su proyecto político-religioso-genocida en Gaza; la afortunada derrota de Alice Weidel en Alemania; y el payaso de Javier Milei en Argentina.
A propósito de las cercanas celebraciones de Día de Muertos, detengámonos en los últimos dos monstruos. En su campaña, Alice Weidel proponía detener la migración masiva hacia Alemania y defender la familia del satánico arcoíris y la diversidad sexual, pero está casada con Sarah Bossard, una migrante de Sri Lanka, su pareja del mismo sexo con la que adoptó dos hijos.
Esta derecha, supuestamente recta y ejemplar, está llena de contradicciones, y nuestro querido Ricardo Salinas no se queda atrás. Defiende la acumulación de la riqueza a través del trabajo… y claro es fácil ser un empresario exitoso cuando le debes 74 mil millones de pesos al SAT.
El caso de Milei no es muy distinto. Su frase distintiva « ¡Viva la libertad, carajo! », aboga por la libertad del mercado, misma que ha llevado a Argentina a un endeudamiento de la población sin precedentes. También, pretendía que el peso argentino alcanzara en valor al dólar, pero solamente ha logrado una inflación terrible.
Desafortunadamente, al país sudamericano tampoco le ha ido muy bien con la izquierda. El último mandato de los Kirchner, llevado de la mano por Cristina Fernández de Kirchner estuvo lleno de corrupciones, al grado que fue condenada a cumplir seis años de prisión domiciliaria por el delito de administración fraudulenta.
Era obvio que por esta razón, la población porteña dejara de confiar en la izquierda, y tuviera que dar su voto al menos peor. Lamentablemente este voto castigo, que prometía crear un paraíso de bienestar económico dándole prioridad a lo privado, resultó en lo mismo, o salió incluso en algo peor.
En nuestro país, el panorama es igual: una izquierda que empieza a tambalearse y una promesa de derecha que convence a varios sectores de la población. Convence al privado, gracias a su promesa de inversión; a los más jóvenes y los más viejos, por su carácter conservador; y a los que comienzan a distinguir la serie de errores de la 4T y no encuentran una opción mejor.
Es preocupante el contexto de México, que tiende a repetir el voto castigo de Argentina, con una derecha que reprime el lenguaje inclusivo, que le da privilegios al millonario, y que buscar ser la opción ante una izquierda con escasos resultados. Claro que se necesita una oposición propositiva ante las faltas de la administración actual, pero Ricardo Salinas Pliego es la peor oposición posible, y eso que tuvimos a la carismática Xóchitl Gálvez en el Frente Amplio por México.

										
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