Pantallas digitales, peligro para la madurez emocional y social de la infancia

Alguna vez te has preguntado si las niñas y niños de cualquier edad están listos para utilizar las pantallas digitales y procesar los contenidos que se difunden a través de ellas, porque cada día es más frecuente encontrar en las reuniones, en los restaurantes, en las calles y en la misma casa, a los padres de familia prestándoles un teléfono celular, una tablet o una laptop a sus hijas e hijos para entretenerlos y evitar destinarles mayor atención mientras están ocupados.

Entregar una pantalla digital a temprana edad, solo contribuye a que el pequeño se convierta en una presa fácil del entorno digital, porque es cuando su cerebro está en crecimiento y es cuando asimila todos los estímulos que provienen de su exterior, haciéndolos más vulnerables y retrasando su desarrollo psicomotor (movimiento, pensamiento, atención, emociones). El cerebro del niño se engancha a los dispositivos digitales, moldeándose e inhibiendo las experiencias y emociones que debería vivir y sentir, como son los juegos físicos, socializar con otras niñas y niños y demás personas, restringiendo su autonomía del mundo real y reduciendo sus habilidades y capacidades para afrontar los problemas.

Los niños pequeños necesitan conectarse y sintonizar con sus padres, no con las pantallas. Cuando los bebés sonríen, cuando empiezan a caminar y hablar requieren de respuestas estimulantes, sea un abrazo, un gesto, una sonrisa, una palabra o la alegría de sus propios padres, esto les ayuda a reconocer y aprender de esas expresiones faciales y emocionales.

Conforme van creciendo, los niños deben aprender a jugar, correr, saltar, caerse y levantarse para que puedan adquirir destrezas y saber moverse en un entorno natural.

Un poco más grandes deben de convivir, interactuar y comunicarse con más niños, jugar a las escondidillas, policías y ladrones, fútbol, etc., actividades que les ayudan a despertar sus habilidades de autocuidado, toma de decisiones y aceptación. Cuando pierden un partido de béisbol aprenden a tolerar, a respetar y resolver conflictos.

Todo esto no lo pueden hacer sí están expuestos desde temprana edad al uso de las pantallas digitales, es por ello que Jonathan Haid afirma que un desarrollo sano del cerebro depende de tener las experiencias correctas a la edad correcta y en el orden correcto, porque la identidad, la personalidad, las emociones y las relaciones se desarrollan en la vida real no a través del online. El aprendizaje emocional y social se produce durante la infancia.

Los niños necesitan ser mirados, escuchados y reconocidos, porque es durante la infancia cuando empiezan a formar la base de su identidad, su pertenencia y capacidad para entender al mundo. Necesitan interacción real para aprender a expresarse y manejar sus emociones. 

Una pantalla no puede reemplazar el contacto humano porque se limita la capacidad para formar vínculos y desarrollo, empatía. Para terminar solo te puedo decir que estamos a tiempo de desconectar a las niñas y niños de las pantallas digitales, a moderar su uso cuando ya estén preparados para utilizarlas y a vigilar los contenidos que consuman.

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