El nuevo alcalde electo de Nueva York es Zohran Mamdani. Ya conocemos su perfil: migrante, musulmán y expresamente socialista. También, ya sabemos que fue parte del arrasador triunfo del partido Demócrata en las recientes elecciones locales en Estados Unidos. Pero ¿qué implicaciones tendría el triunfo de este nuevo alcalde?
Las suposiciones pueden ser infinitas —no impondrá el uso de burka en las mujeres, para que no se espanten los católicos— y algunos muy desvergonzados se han atrevido a confirmar que su administración, a favor de los migrantes, significaría un desastre para la ciudad. No podemos conocer el futuro, pero lo que hasta ahorita sabemos es que su política reta directamente a la administración de Trump.
El triunfo de Mamdani fue con el 50.4% de los votos, apenas ganó. Aunque si revisamos otras estadísticas podemos notar el perfil de sus votantes: en su mayoría personas no-blancas (negros, latinos y asiáticos), jóvenes-adultos, que rentan un espacio en la ciudad y usan el transporte público; o sea, toda la población que se ve amenazada por el Make America Great Again.
Estas estadísticas sugieren un par de cosas. Primero, que es un voto de protección ante los instrumentos fascistas como el ICE —cosa que cualquier de nosotros haría al vernos perseguidos por un grupo armado que detiene a todo aquel que no es blanco—. Y, segundo, que posiblemente los latinos pro-Trump ya están reconsiderando sus decisiones anteriores.
En torno al segundo punto, no se puede asegurar que los demócratas ya tienen asegurado el voto de los latinos, que en la última elección presidencial fue significativa. Aunque quizá su triunfo se asegure con este tipo de políticas que respalda Mamdani: detener la especulación inmobiliaria, mejoras en el transporte público y el cuidado infantil gratuito.
En perspectiva comparada, esas políticas no caerían nada mal en la Ciudad de México. Desde el aumento de tres pesos aplicado en 2013 al transporte público, con el que Miguel Ángel Mancera prometía mejoras significativas en su puntualidad, rapidez y eficiencia, a más de una década, su costo ha crecido exponencialmente, pero su calidad ha disminuido progresivamente.
Regresando a Mamdani, aunque las últimas elecciones tuvieron mayor impacto a nivel internacional (según la CBS el 46% de la población norteamericana no seguía las elecciones), no deja de ser relevante su desafío directo a la administración de Donald Trump. Será interesante seguir su mandato: veremos si logra arrestar a Netanyahu —ojalá que sí— y en qué manera puede aterrizar su agenda ante los obstáculos que seguramente impondrá Trump.


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